Tras el golpe de estado que daría lugar a la Guerra Civil Española, tras el apoyo de los ejercitos fascistas de Alemania e Italia a los generales sediciosos, el interes despertado por el conflicto en toda Europa fue maýusculo. Por un lado, fue el catalizador que movilizó a gran parte de la población que veia en el fascismo el peligro y la destrucción que luego confirmo ser, ante la pasividad de los gobiernos "democráticos" que tenian demasiados intereses comunes con los líderes fascistas como para enfrentarse en una guerra contra ellos. Por otro lado, se convirtió en el campo de pruebas de los que lo apoyaban, y un ensayo de la guerra deseada por todos, incluso por las potencias occidentales como Francia, EE.UU. y Gran Bretaña, entre la "civilización" capitalista, el huevo de la serpiente del fascismo, contra el comunismo y la llegada al poder de la clase trabajadora.En Rumania, donde por entonces este "huevo de la serpiente" estaba ya a punto de caramelo, predominaban los partidos de corte derechista, lo que inclinó la balanza mediatica a favor de los que se alzaron contra la democracia legítima en España, los mercenarios franquistas, vendidos sin embargo como luchadores por "la civilizacion cristiana y nacional".En Bucarest, como analiza en profundidad Antonio César Moreno Cantano, en su artículo GUERRA DE PROPAGANDAS EN RUMANÍA DURANTE LA CONTIENDA BÉLICA ESPAÑOLA (1936-1939), se vivió un agrio enfrentamiento entre el representante del Gobierno legítimo de la República, Manuel López Rey, y el enviado de la coalición golpista, Pedro Prat y Soutzo.
Para justificar sus tropelias, el interés de Franco por la política exterior fue intenso, pues del apoyo internacional dependia la supervivencia de su "cruzada" en nombre de dios pero financiada por los grandes capitalistas españoles y europeos. Los tentaculos diplomáticos del nuevo proyecto de estado franquista se extendieron hacia aquellos regímenes que de alguna manera formaban parte de la órbita ideológica y económica de las potencias fascistas: Hungría, Bulgaria y Rumania.
En Rumania, los objetivos de los rebeldes se vieron beneficiados por el apoyo mayoritario que les brindaron sus dirigentes políticos así como los medios informativos conservadores, de derechas y fascistas, que representaban más del 70% del porcentaje total, según ha estudiado Moreno Cantano, ya que la situación del pais era eminentemente profascista. Cuando estalló la Guerra Civil en España la política rumana presentaba un claro predominio de las tendencias derechistas. El rey Carol II, que había subido al poder en 1930 tras un golpe de fuerza, secundado sin embargo por los partidos liberales (siempre muy democraticos de boquilla pero bien dispuestos a asegurar el orden como sea) y agraristas (como el Partido Nacional Campesino, liderado por Iuliu Maniu). La izquierda por entonces, tanto el Partido Comunista como la socialdemocracia, se encontraban muy debilitados tras la persecución a la que fueron sometidos, aunque el movimiento obrero seguia pujante.
Muy diferente era la situación con respecto a los partidos y organizaciones fascistas. Desde los años veinte se encontraban en plena efervescencia, mostrando muchos de ellos claros vínculos con el fascismo italiano. Alexandru Cuza fundó en 1920 el Partido Cristiano Nacional-Democrático y en 1923 la antisemita Liga de Defensa Cristiana Nacional. El político Octavian Goga, ministro del Interior entre los años 1926 y 1927, creó el Partido Agrario Nacional. De la unión de los partidos de Cuza y Goga surgiría en 1939 el Partido Nacional Cristiano. Estas agrupaciones se ajustaban, con su nacionalismo y antisemitismo, a las fórmulas tradicionales de los partidos de derecha. Sin embargo, el programa de Cuza contenía, además de un antisemitismo obsesivo, exigencias relativas a la unificación de todos los rumanos en un Estado nacional étnico en el que los extranjeros estarían excluidos de la vida política.
Ademas, Corneliu Zelea Codreanu constituyó en 1927 la Legión del Arcángel Miguel, con la union de varias pequeñas organizaciones de extrema derecha. En 1930 fundó su grupo armado, la Guardia de Hierro, que inicio en Rumania lo que la Falange en España o el partido nazi en Alemania: el uso de la violencia terrorista como arma politica. Uno de los colaboradores más estrechos de Codreanu que Ion Motza, hijo de un sacerdote de Transilvania, traductor al rumano de los Protocolos de los sabios de Sión y miembro de Action Française, fallecería en la Guerra Civil española como voluntario al lado de las tropas franquistas (en su primer combate, tras el cual los voluntarios fascistas rumanos se retiraron a su pais). Tras el golpe fascista en España, muchos diplomaticos desertaron como representantes del gobierno democrático republicano para pasarse a las filas del fascismo. En Rumania toda la delegacion diplomática traiciono al gobierno democrático pasándose al lado de los golpistas, tanto Pedro Prat y Soutzo,como Luis Beneyto y Agustín de Foxá. Prat y Soutzo pasó a dirigir la Legación franquista, Beneyto fue nombrado Jefe Provincial de la FFalange y de las JONS y Foxá se convirtió en Inspector Extraordinario de Falange Exterior para los Balcanes e Italia. Los dirigentes republicanos, ante tales abandonos, decidieron enviar a Manuel López Rey como nuevo Encargado de Negocios en Bucarest en enero de 1937. López Rey nada mas llegar se dio cuenta de la situación que le esperaba, y mando a España sus impresiones de que la prensa rumana era en general «reaccionaria y ultrareaccionaria», lo que había impedido la publicación «de nada verdaderamente democrático desde hace más de cuatro años». Muy interesantes es la relacion de los periodicos que apoyaban total o parcialmente al gobierno republicano: el caso de Reporter, «verdaderamente democrático haciendo una política netamente antifascista y partidario ferviente de la República Española"; Dimineata y Adevarul, que "hacían política bastante democrática»; Luptea, «demócrata más sincero que los anteriores»; o Lumea Romaneasca, «periódico que respecto a nosotros se ha portado bastante bien aunque mediante ciertas ayudas». Segun Lopez Rey, incluso diarios afines al Partido Social-Demócrata de Rumania, como Lumea Noua, apenas publicaban nada referente al bando republicano, y si lo hacían era en un tono bastante tímido.
Para enfrentarse a la fascitización política y cultural que experimentaba Rumania y que reforzaba las vinculaciones con la España franquista, López Rey llevo a cabo una activa labor, que le llevo a enfrentarse de manera decidida con Prat y Soutzo, embajador de los golpistas fascitas. Por ejemplo, tras la muerte de dos legionarios rumanos en la Guerra Civil, Motza y Marin, se planearon celebrar actos fastuosos en Bucarest. La muerte de ambos fue aprovechada por el representante franquista para hacer propaganda a su favor en Rumania. Prat y Soutzo se presentó en los medios políticos y periodísticos bajo el título de Ministro de España, y con la intención de ver el desfile que se celebraría delante de su Legación vestido con el uniforme de legionario y ostentando la bandera monárquica. Las reticencias de Carol II a esta demostración pública de poder de la Guardia de Hierro y las protestas de López Rey impidieron a Prat y Soutzo llevar a cabo algunas de estas maniobras, aunque no se pudo evitar que este desfile tuviese un gran seguimiento, ya que en él participaron más de 500.000 personas, encabezando la marcha representantes diplomáticos de Alemania, Italia, Portugal y España.
En febrero de 1938 la situación para López Rey se complicó aún más con el golpe de Estado de Carol II, que inicio un «monarcofascismo» en el que el Rey se libraba de la dependencia del Parlamento y limitaba el derecho electoral y las libertades ciudadanas. Fueron disueltos todos los partidos políticos, incluida la Guardia de Hierro. Ya desde diciembre de 1937, con la instauración del Gobierno Goga-Cuza, de clara raigambre fascista, la prensa del país se había expresado en términos «injuriosos» con respecto al bando republicano. Sólo las protestas de López Rey impidieron que estas críticas fuesen en aumento. La lucha principal de Lopez Rey entonces se centro en evitar que el diplomático franquista se presentase como el representante legitimo de la Legación diplomatica de España en Bucarest, en intentar impulsar en los medios rumanos el punto de vista republicano, y en disminuir el peso asfixiante que ejercía la censura sobre su correspondencia.
Juan Pablo Ramirez
Electronica de Estado solido
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