miércoles, 9 de febrero de 2011

Contra el Fascismo

 



Somos jóvenes, la historia nos ha marcado con el papel protagónico de cambiar las cosas, de romper cadenas, y de empujar a los viejos tiempos a los anales de la memoria para hacer florecer nuevos días, días alegres, porque a fin de cuentas, ¿que nos es mas característico que una desafiante sonrisa?
Pero los tiempos van cambiando y se encargan de anteponernos un necesario cuestionamiento. Ese que nos pregunta si es que aun somos protagonistas de la sociedad, si es que aun tenemos la fuerza para cambiarla; o si, quien sabe, quizás por fin el sistema terminó de consumirnos.
Es cuestión de comparar las generaciones que nos precedieron, aquellas que escribieron la historia con sus propias manos, para darnos cuentas de que el "Ni Ahí" se ha convertido en el imperativo de la juventud, juventud inerte, de masas y apáticamente orgullosa.
Nos quieren convencer de que es normal, que si las cosas están como están es por algo. Es mas, hipócritamente nos dicen que es lo mejor, que debemos acostumbrarnos desde jóvenes a agachar la cabeza, a obedecer, solo porque así no tendremos problemas, porque así no nos arriesgamos. Paz es guerra, y la alegría desarma la rabia. ¿Pero sin riesgos donde esta la gracia en ser joven?
Hemos dejado de creer en revoluciones, cuando no nos atrevemos a reírnos de las soñadoras y soñadores, nos apartamos para poder ver desde mas lo mas lejos posible como se desangran sus ideas. Todo es una utopía, no vale la penar luchar por nada. Eso que lxs fanáticxs llaman con tanta devoción como 'lucha' no son mas que patéticos ejemplos que nos muestran como aun quedan seres suficientemente inocentes como para intentar volar, cuando todxs sabemos que si el humano estuviese hecho para volar tendría alas, y seguramente el cerebro mas pequeño.
Aquellxs que nadan contra la corriente son lxs que aun piensan que con un firme punto de apoyo podrán mover el mundo, mas no saben lo mucho mas cómodo que es esperar que cada mañana alguien lo mueva por ti, tienen que vivir cada día con la incertidumbre que generaran sus propias acciones, y tienen que esforzarse día a día por mantener una coherencia que en realidad nadie vigila. Ellos no son jóvenes, no son como los que salen en las pantallas, no, están preocupadxs, se inquietan ante todo, intentan sobrevivir en el confuso espacio que divide el pertenecer al juego y al enajenarse. Ellxs están ahí, como los jóvenes de antaño, que como todo, como todos con los años, se volvieron viejos. No mantendrán por siempre la la jovial sonrisa que acompaña a los productos publicitarios, ni aquel estilo que ansía resaltar entre los demás, no compraran la juventud de plástico que hoy se nos ofrece.
Nos quieren atar a una vida en eterno estado de sueño, nos quieren sumir bajo las drogas la tele, el carrete y cuanta cosa mas, creyendo que con eso mantienen todo en orden, piensan que no nos podemos controlar, que no somos dueñxs de nosotrxs mismxs, y mas que mal, somos nosotrxs los que estamos demostrando si es así o no.
El sistema no es una institución, no es un uniforme, no es un falso dios. El sistema está en cada unx de nosotrxs, y es ese que nos quiere siempre dentro de su falsa juventud, de la apatía, y yo, yo no estoy Ni Ahí con ser uno de sus esclavos. Yo quiero que renazcan los jóvenes y que quemen el mundo, pues tenemos la vida entera para construir, sin mandar ni ser mandados
Juan Pablo Ramirez Garcia
Electronica de Estado Solido.

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